Durante el verano y principios del otoño, todas las miradas están puestas en los trópicos, en áreas propensas a la actividad de huracanes. La mayoría de las tormentas comienzan como áreas de actividad de lluvias y tormentas eléctricas, o "invests", que son monitoreadas de cerca por los pronosticadores de huracanes. Algunas de estas "invests" (u ondas tropicales) terminan por convertirse en tormentas tropicales e, incluso, huracanes con nombre, mientras que otras pasan inadvertidas, sin nombre.
En este artículo, analizamos diversos tipos de ciclones tropicales de todo el mundo, sus características, riesgos y convenciones de nomenclatura. Examinamos cómo la categorización puede afectar los informes y advertencias de tormentas y ofrecemos algunas consideraciones, tanto para la industria de seguros como para las agencias de gestión de emergencias.
Figura 1: imágenes satelitales del huracán Dorian el 1 de septiembre de 2019, tocando tierra en Abaco Islands, en Bahamas (Fuente: NOAA Weather & Climate Toolkit).
En general, la entidad que establece los nombres de los ciclones tropicales es la Organización Meteorológica Mundial (WMO, por sus siglas en inglés), y hay 10 cuencas oceánicas diferentes en todo el mundo a las que se les da una lista de nombres cada año. Dos excepciones son el Atlántico Sur, que recibe nombres del Centro de Hidrografía de la Marina de Brasil, y el Pacífico Sudeste, que en raras ocasiones experimenta ciclones tropicales y puede recibir un nombre no oficial por parte de agencias de monitoreo o investigadores.
En América del Norte, las dos cuencas oceánicas de mayor interés son el Pacífico nororiental y el Atlántico norte, que incluye el Mar Caribe y el Golfo de México. En Hawái, se usan los nombres del Pacífico Norte Central.
Además de las características geográficas, los ciclones tropicales también reciben nombres en función de diferentes características meteorológicas, según la cuenca oceánica y su fuerza. En América del Norte, estas tormentas son, en general, depresiones tropicales, tormentas tropicales y huracanes. Sin embargo, en el Pacífico occidental, los huracanes se denominan tifones, y en el Pacífico sur y el océano Índico, reciben el nombre genérico de ciclones.
Figura 2: pronóstico para el ciclón Tej, que terminó se convirtiéndose en una tormenta ciclónica extremadamente severa en 2023 (Fuente: CMRE de Nueva Delhi).
Cabe destacar que, en los Estados Unidos, las tormentas invernales no tienen nombre oficial. Si bien ciertas organizaciones comerciales nombran los eventos de tormentas invernales, estos nombres no están reconocidos oficialmente por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). En Estados Unidos, solo los ciclones tropicales tienen nombre.
Las consecuencias de los ciclones tropicales varían ampliamente según la ubicación, la intensidad y la velocidad de avance. Los ciclones tropicales no siempre tocan tierra, por lo tanto, su intensidad máxima nunca se alcanza en tierra o cerca de ella. Algunos tocan tierra en zonas rurales o despobladas y, a pesar de su intensidad, provocan daños monetarios menores. En el hemisferio norte, el cuadrante delantero derecho de un ciclón tropical suele ser el más intenso en cuanto a vientos, tornados, marejadas ciclónicas y lluvias, debido a que la tormenta se mueve en el sentido contrario a las agujas del reloj. En el hemisferio sur, es común que el cuadrante delantero izquierdo tenga características similares, ya que los ciclones tropicales giran en el sentido de las agujas del reloj al sur del ecuador.
Figura 3: imágenes satelitales del ciclón tropical severo Ilsa el 13 de abril de 2023 en el noroeste de Australia (Fuente: NASA Worldview).
La escala de huracanes de Saffir-Simpson, que clasifica los huracanes en una escala de 1 a 5 según en la velocidad máxima sostenida del viento en un minuto, solo se usa de modo oficial en las cuencas del Atlántico y del Pacífico norte central y oriental. Las agencias meteorológicas de otras regiones del mundo responsables de monitorear los ciclones tropicales utilizan diferentes magnitudes y categorías.
Figura 4: escala de huracanes de Saffir-Simpson, incluidos los umbrales para tormentas tropicales (Fuente: Centro Nacional de Huracanes [Revisión de 2012]).
En América del Norte, la categoría de un huracán se basa en la velocidad máxima sostenida del viento durante un minuto en algún lugar dentro de la tormenta (a menudo en un punto dentro de la pared del ojo) a 10 metros sobre el suelo y sin obstáculos en el camino. Es importante comprender que el viento máximo sostenido no es uniforme durante todo el huracán y, en la mayoría de los casos, cuando los huracanes tocan tierra, no se mide en tierra en absoluto, generalmente debido a la fricción.
El término "intensificación rápida" se suele usar para describir huracanes que ascienden con rapidez en la escala de Saffir-Simpson. El huracán Otis, por ejemplo, que devastó Acapulco, Guerrero, México en 2023, pasó de tormenta tropical a huracán de categoría 5, con un aumento aproximado de 104 MPH, en 21 horas. También se profundizó (la presión atmosférica central se redujo) en unos 72 milibares en el mismo período, en un fenómeno que se conoce como "profundización rápida". Las investigaciones demostraron que los huracanes que se intensifican y profundizan de manera rápida a la vez tienen, según las estadísticas, más probabilidades de provocar cifras de daños y muertes más altas que los huracanes que solo experimentan una intensificación rápida.
Figura 5: imagen satelital infrarroja del huracán Otis el 25 de octubre de 2023 (Fuente: NOAA/Weather & Climate Toolkit).
La industria de seguros suele identificar a los ciclones tropicales como "tormentas con nombre". En América del Norte, este término abarca muchos eventos de tormentas en los trópicos (pero no todos) durante la temporada de huracanes.
Por ejemplo, el posible ciclón tropical uno en 2022, que se terminó convirtiendo en la tormenta tropical Alex, provocó lluvias torrenciales e inundaciones repentinas en partes del sur de Florida. La tormenta no recibió un nombre (o designación como ciclón tropical) hasta después de que pasó por la península de Florida, a pesar de que trajo fuertes vientos y lluvias intensas similares a una tormenta tropical y generó una advertencia de tormenta tropical. Después de la tormenta, el Centro Nacional de Huracanes de EE. UU. (NHC, por sus siglas en inglés) indicó que el potencial ciclón tropical uno no tenía la circulación cerrada de bajo nivel necesaria para ser clasificado como ciclón tropical y recibir un nombre mientras sobrevolaba Florida.
Figura 6: aviso 8 para el posible ciclón tropical uno (2022), que se convirtió en la tormenta tropical Alex (Fuente: archivos del NHC).
De manera similar, las depresiones tropicales, en el momento de su origen, no reciben nombre, sino que se numeran de manera muy parecida a los posibles ciclones tropicales. Si bien las depresiones tropicales no suelen provocar condiciones demasiado ventosas (vientos sostenidos de menos de 39 MPH), pueden provocar precipitaciones importantes. Un dato interesante es que si una tormenta se intensifica hasta convertirse en tormenta tropical y recibe un nombre, pero luego se debilita y vuelve a convertirse en depresión tropical, conserva su nombre. Por lo tanto, una depresión tropical no se origina con un nombre, pero mantiene un nombre si es el resultado de una tormenta tropical que se debilitó.
En ocasiones, el Centro Nacional de Huracanes no da nombre a una tormenta, incluso cuando debería hacerlo. Este extraño suceso ocurre tras un nuevo análisis del evento posterior a la tormenta. En casos aislados, el Centro Nacional de Huracanes determinará de forma forense si una tormenta alcanzó fuerza de tormenta tropical, a pesar de que su fuerza se desconocía en el momento de los pronósticos originales. Si la tormenta no recibió nombre en tiempo real, permanecerá sin nombre después del evento. Por lo tanto, una tormenta tropical que "debería" haber recibido un nombre puede haber tocado tierra provocando fuertes vientos, intensas lluvias y marejadas ciclónicas, pero nunca fue una "tormenta con nombre".
Figura 7: imagen satelital sobre el Golfo de México el 9 de agosto de 1987 de una "tormenta tropical sin nombre" (Fuente: Servicio Meteorológico Nacional).
Más allá de los matices en las convenciones de nomenclatura, la industria aseguradora de todo el mundo debe ser consciente de los factores de riesgo asociados con los ciclones tropicales, en particular las inundaciones y los fuertes vientos, sobre todo en las zonas costeras y bajas. Un xoncepto que suele malinterpretarse sobre los ciclones tropicales es que la tormenta está confinada al cono de pronóstico en gráficos como los presentados por el Centro Nacional de Huracanes. De hecho, el cono representa trayectorias probables, desde el punto de vista de la estadística, para la trayectoria pronosticada del centro de la tormenta, y los impactos de la tormenta se extenderán mucho más allá del cono, en particular y con mayor frecuencia en el lado derecho. Puede encontrar más información sobre el cono de pronóstico en un artículo escrito en la página web de la Asociación de Meteorólogos Certificados aquí.
Después de la tormenta, los profesionales de seguros deben ser cuidadosos con la elección de la información meteorológica. Por ejemplo, un huracán de categoría 3 no provocará vientos sostenidos de categoría 3 en todos los lugares que alcance (existe casi una cierta posibilidad de que todas las estimaciones y registros terrestres sean menores). Sin embargo, cuando se usan mediciones terrestres cercanas, es posible que los cortes de energía eléctrica y de comunicaciones no hayan permitido que las estaciones meteorológicas cercanas difundan públicamente los vientos superficiales más fuertes, mientras que otros pueden estar a alturas no estándar sobre el suelo (como en la cima de edificios altos).
Además, los algoritmos patentados usados para estimar las velocidades del viento en ciclones tropicales contienen una metodología no divulgada, lo que genera una incertidumbre significativa en cuanto a la aplicabilidad, confiabilidad y resultados de sus datos. Es probable que algunos métodos patentados usen algoritmos basados en radar, que sean difíciles de automatizar con precisión. Esto se debe a que la rotación de los ciclones tropicales y las amplias variaciones en las velocidades del viento informadas por las estaciones meteorológicas de superficie lo convierten en un desafío.
Figura 8: imágenes aéreas de Mexico Beach, Florida, después del huracán Michael en 2018 (Fuente: Informe de ciclones tropicales del NHC sobre el huracán Michael).
Los ciclones tropicales tienen la potencialidad de ser fenómenos peligrosos y no solo son conocidos por la velocidad de sus vientos. De hecho, se ha observado que alrededor del 90% de las muertes por ciclones tropicales están relacionadas con las aguas pluviales, no con los vientos (para obtener más información, consulte el artículo ya publicado sobre qué no hacer antes de los ciclones tropicales y durante su transcurso).
Los ciclones tropicales suelen provocar los siguientes peligros meteorológicos:
Los ciclones tropicales también pueden generar condiciones peligrosas para la conducción, así como la caída de árboles, cables eléctricos y escombros. Es importante recordar no hacer funcionar generadores portátiles en interiores en caso de un corte de energía, un peligro que, según las estadísticas, resulta en alrededor del 5 % de las muertes indirectas (por intoxicación por monóxido de carbono) como resultado de ciclones tropicales.
Si bien la preparación para los ciclones tropicales difiere según la comunidad, debido a muchas variables en las áreas propensas a tormentas, existen algunas buenas prácticas comunes para implementar:
En los Estados Unidos, su oficina local del Servicio Meteorológico Nacional puede ayudarlo a usted y a su comunidad con información sobre cómo prepararse ante la presencia de huracanes y con consejos de planificación a través del programa StormReady y la iniciativa Weather Ready Nation.
Además de la capacitación del Servicio Meteorológico Nacional, el Programa Nacional de Huracanes (NHP, por sus siglas en inglés) de FEMA ayuda a los administradores de emergencias brindándoles herramientas y capacitación adicionales necesarias para prepararse y responder ante los huracanes en su área. Algunos de los kits de herramientas y productos disponibles a través de este programa incluyen el producto HURREVAC, para ayudar en la planificación y toma de decisiones ante evacuación en caso de huracanes, y orientación para la evaluación posterior a la tormenta.
Los ciclones tropicales son condiciones meteorológicas dinámicas y complicadas, y cada uno de ellos es único en muchos sentidos. Si usted o su organización tienen dudas sobre cómo prepararse o responder ante una crisis relacionada con tormentas, es recomendable contar con el apoyo de expertos en huracanes que puedan ayudar a investigar adecuadamente la magnitud de las tormentas con nombre (viento, lluvia, marejada, etc.) en lugares específicos. Cuando trabajan con consultores de construcción, ingenieros forenses, contadores forenses y profesionales de seguridad y salud ambiental, los meteorólogos expertos ayudan a formar un "paquete completo" de investigación de pérdidas catastróficas de calidad para la industria de seguros.
Agradecemos a nuestros colegas Daniel Schreiber, CCM y Anna Head por brindarnos sus conocimientos y experiencia, que fueron de gran ayuda para esta investigación.
Daniel Schreiber es vicepresidente sénior del servcio de Meteorología Forense de J.S. Held. Es meteorólogo consultor certificado y cuenta con más de 10 años de experiencia en operaciones militares, de aviación y en condiciones climáticas adversas. El Sr. Schreiber prestó servicios de consultoría y peritaje a firmas de abogados tanto de la parte actora como de la defensa, así como a ajustadores de seguros, tasadores, árbitros y asegurados a lo largo y a lo ancho de Estados Unidos. Fue consultado y/o contratado como perito en más de 850 casos y testificó tanto en declaraciones como durante juicios en tribunales estatales y federales. Con frecuencia, desempeña un papel fundamental en litigios multimillonarios sobre seguros y demandas por lesiones y homicidio culposo a lo largo de todo el país. Antes de incorporarse a J.S. Held, Dan fue propietario de una exitosa empresa de meteorología.
Puede contactarse con Dan enviando un correo electrónico a [email protected] o llamando al +1 830 453-0255.
Anna Head es consultora meteorológica de la línea de servicios de meteorología forense de J.S. Held y cuenta con más de cuatro años de experiencia en el sector meteorológico. Con experiencia en transmisión y meteorología forense, Anna es experta en pronósticos, comunicación y análisis histórico de diversos eventos climáticos, y cuenta con experiencia en investigación de nivel universitario, específicamente en relación con tornados. Además de su experiencia televisiva y como consultora de meteorología forense, la Sra. Head también se dedica en gran medida a la formación y la integración de los socorristas y los profesionales de la gestión de emergencias en materia de preparación y seguridad ante fenómenos meteorológicos extremos.
Comuníquese con Anna por correo electrónico a [email protected] o llamando al +1 762 237 7093.
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