Durante la pandemia de COVID-19, se disparó el uso de productos para desinfectar superficies. Estos productos siguen utilizándose mucho como mecanismo para disminuir la transmisión del coronavirus del síndrome respiratorio agudo grave (el SARS-CoV-2 que causa COVID-19) en centros de atención médica, lugares de trabajo, ámbitos escolares, empresas, y otros lugares y medios de transporte públicos.
Este documento técnico resume los datos científicos actuales sobre la supervivencia del SARS-CoV-2 en las superficies, los productos desinfectantes recomendados y los problemas de salud que podrían llegar a surgir por el uso excesivo de productos desinfectantes. La siguiente información puede ser de particular interés para los individuos, como supervisores y especialistas en ciencias de la salud, responsables de implementar protocolos de limpieza adecuados.
En mayo de 2021, los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos indicaron que, según los estudios realizados hasta la fecha, la infección por SARS-CoV-2 se produce mediante mecanismos que facilitan la exposición a secreciones de las vías respiratorias que portan el virus infeccioso, como los siguientes:
La dosis de SARS-CoV-2 (es decir, la carga de virus) necesaria para causar la infección no se ha establecido, lo cual complica las investigaciones científicas sobre los mecanismos de transmisión responsables de las infecciones observadas. Los estudios epidemiológicos y en animales indican que la inhalación del virus puede causar la infección, pero estos mismos estudios no lograron cuantificar o diferenciar las contribuciones relativas de la inhalación y el depósito del virus en las membranas expuestas. Según un informe reciente de los CDC, se cree que la transmisión potencial del virus infeccioso a través de las superficies disminuye generalmente si se siguen protocolos adecuados de lavado de manos y limpieza y desinfección de los ambientes (CDC, 2021), lo cual puede explicar la falta de datos científicos que respalden la transmisión en humanos a través del contacto con superficies; si bien hay informes circunstanciales que sugieren que es posible, estos mismos informes no pueden excluir la posibilidad de enfermedad por inhalación y transmisión respiratoria y/o depósito en la membrana mucosa (Meyerowitz et al. , 2021).
Se han realizado experimentos científicos controlados para determinar cuánto tiempo puede sobrevivir el SARS-CoV-2 en diversas superficies. El protocolo consistió en depositar un elevado nivel de carga viral ya predeterminado en diferentes superficies (como aluminio, plásticos brillantes o sin brillo, vidrio, papel, cartón y otras) y dejar allí el virus. Después de determinados plazos ya establecidos, cada material se sumergió por completo en una solución para que cualquier carga viral que quedara pudiera volver a suspenderse y recuperarse (Chin et al. , 2020; Liu et al. , 2021; van Doremalen et al. , 2020). Si bien algunos estudios detectaron el virus intacto hasta 7 días después de la inoculación en algunas superficies, otros investigadores no reprodujeron estos tiempos de supervivencia en superficies similares. A lo sumo, estos experimentos indican que puede haber carga viral detectable de SARS-CoV-2 sobre o dentro de los materiales varias horas o días después de la inoculación, siempre y cuando el material se haya inoculado con una carga viral suficiente y cualquier carga viral residual se haya recuperado mediante extracción del material sumergido. Extrapolar estos resultados a condiciones cotidianas ofrecería resultados endebles porque (1) los investigadores no pudieron reproducir los hallazgos en los mismos tipos de superficies; (2) no queda claro si la supervivencia del virus observada con la inmersión completa y la resuspensión refleja con precisión la posibilidad de transferencia viral entre superficies en situaciones reales; y (3) no queda claro si la supervivencia observada con cargas virales elevadas se aplica a las cargas virales que transmiten las personas infectadas.
Por último, es difícil determinar cómo contribuye la transmisión del SARS-CoV-2 a través de las superficies a la enfermedad en seres humanos debido al aumento de medidas de higiene y desinfección que se registró durante la pandemia. Las pautas recientes de los CDC reflejan la complejidad y circularidad de este tema, ya que señalan que "la evidencia actual parece indicar con claridad que la transmisión a partir de superficies contaminadas no contribuye de manera sustancial a nuevas infecciones" y también que "la transmisión a través de manos y superficies sucias puede evitarse practicando una buena higiene de manos y una buena limpieza de ambientes" (CDC, 2021).
Los términos "limpieza", "desinfección" y "esterilización" describen procesos diferentes pero relacionados que son esenciales para disminuir la transmisión de la enfermedad.
Debido a las complejidades/limitaciones asociadas con los métodos de esterilización, la desinfección es el método más usado en los ámbitos sanitarios, hogares (sobre todo, cocinas y baños) y lugares al aire libre (Rai et al. , 2020). Las iniciativas mundiales destinadas a disminuir la transmisión del SARS-CoV-2 generaron un aumento sin precedentes del uso de desinfectantes en ámbitos residenciales y de actividades consideradas esenciales (como plantas de producción de alimentos, tiendas de comestibles, locales de venta de productos para construcción y remodelación, y otras fábricas de productos de consumo), además de otros ámbitos (entre ellos, restaurantes, oficinas y otros ambientes interiores), a medida que el país inicia la reapertura total después del confinamiento por la pandemia.
Las agencias gubernamentales de los Estados Unidos y muchos otros países publicaron documentos de referencia y/o listas oficiales de productos desinfectantes recomendados de posible o comprobada eficacia viricida. Los ingredientes bactericidas y viricidas incluyen alcoholes, sales de amonio cuaternario, compuestos fenólicos, dioles y biguanidas, todos con diferencias considerables en cuanto a estructura, propiedades, posibles efectos en la salud humana y comportamiento medioambiental. Los productos comerciales basados en estas sustancias químicas se consideran singulares y, según las características del uso previsto, deben registrarse ante la Agencia de Protección Ambiental de los Estados Unidos (EPA) y ser autorizados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA). En general, la EPA examina y registra los pesticidas antimicrobianos que se usarán como desinfectantes y la FDA regula los desinfectantes para manos.
Las sustancias químicas desinfectantes están presentes en una gran variedad de productos, entre ellos:
Es importante conocer y respetar el tiempo de contacto, en general indicado en las instrucciones, ya que especifica cuánto tiempo necesita un desinfectante para destruir determinados microorganismos patogénicos. Los tiempos de contacto varían según los ingredientes activos, las concentraciones de los ingredientes y los patógenos que atacan.
La susceptibilidad de los virus individuales varía según el tamaño, las propiedades físicas y la resistencia general a la inactivación. Los más fáciles de inactivar (es decir, degradar/modificar para que dejen de ser infecciosos) son los virus con envoltura (como los coronavirus), luego los virus grandes (de 50 a 100 nanómetros, nm) sin envoltura (como los adenovirus y rotavirus) y, por último, los virus pequeños (<50 nm) sin envoltura (como los rinovirus). El SARS-CoV-2 es un virus con envoltura, de modo que se encuentra en la clase de virus más fáciles de inactivar con desinfectantes. Los métodos de limpieza también cumplen una función, ya que los detergentes/jabones y/o productos enzimáticos inactivan los virus con envoltura como el SARS-CoV-2 rompiendo la membrana lipídica que los protege.
La EPA tiene una lista de productos desinfectantes registrados de eficacia comprobada contra el SARS-CoV-2 (denominada "Lista N") en superficies porosas y no porosas, superficies en contacto con alimentos y superficies porosas en contacto con la ropa. Al 2 de junio de 2021, había 554 desinfectantes registrados para usar contra el SARS-COV-2, con tiempos de contacto que oscilaban entre 0.1 y 30 minutos (EPA, 2021).
La mayoría de los productos desinfectantes contienen un compuesto de amonio cuaternario como ingrediente activo, mientras que otros pueden contener los siguientes, como ingrediente único o en combinación: peróxido de hidrógeno, ácido peroxiacético, isopropanol, etanol, hipoclorito de sodio, ácido octanoico, fenólicos, trietilenglicol, ácido láctico-L y/o ácido glicólico. En la mayoría de los casos, cada producto es elaborado para un fin determinado y debe utilizarse de manera específica. Por lo tanto, deben leerse atentamente la etiqueta y las instrucciones de uso para garantizar que se elija el producto indicado para el uso previsto y se utilice de manera adecuada.
Según los CDC, cuando no han estado presentes personas con COVID-19 confirmada o sospechada en un ambiente, limpiar una vez por día es suficiente para eliminar los virus que pueda haber en las superficies.
La pandemia y las estrategias creadas para disminuir la transmisión de SARS-CoV-2 han generado un aumento sin precedentes en el uso de desinfectantes. Los productos desinfectantes aprobados por la EPA contra el SARS-CoV-2 están autorizados para utilizar en superficies, no en seres humanos. Las partes involucradas pueden tener dudas sobre la seguridad para el ser humano de los desinfectantes, cuyo único propósito es la destrucción de todos los patógenos microbianos con los que se encuentre. Solo está permitido el uso de desinfectantes si se manipulan, utilizan y almacenan exactamente como se indica en la etiqueta y las instrucciones de uso. Puede llegar a haber consecuencias adversas en la salud si un ser humano se expone a concentraciones y en plazos que exceden los razonablemente previstos en las condiciones de uso aceptables (es decir, cuando los productos desinfectantes se manipulan o usan incorrectamente y/o se usan en cantidades/concentraciones que no coinciden con lo previsto y recomendado).
El análisis completo de la toxicología de los desinfectantes no está dentro del alcance de este documento. Sin embargo, a continuación se presentan ejemplos comunes de posibles casos de toxicidad por el uso excesivo de los agentes desinfectantes más usados. En general, los factores clave para evaluar los posibles riesgos para la salud incluyen la cantidad de desinfectante usada (concentración y duración de la exposición) y la vía de exposición (piel, membranas mucosas, inhalación). Recomendamos a los lectores que se comuniquen directamente con los autores por consultas sobre casos de uso específicos, utilización de diferentes productos desinfectantes y/u otros efectos adversos potencialmente asociados con el uso agudo y/o crónico (prolongado).
Otros desinfectantes usados principalmente en ámbitos industriales o de atención médica son el ácido peroxiacético (ácido peracético), el formaldehído, el glutaraldehído y los compuestos fenólicos. Como muchos de los desinfectantes no se limpian después de usarse, son sus propiedades fisicoquímicas las que determinarán si seguirán activos en las superficies duras u objetos desinfectados durante períodos prolongados, ya sea como residuos superficiales o unidos al polvo acumulado. Por ejemplo, las sales de amonio cuaternario están cargadas permanentemente y no son volátiles, mientras que los compuestos fenólicos son generalmente volátiles y más hidrofílicos, por lo que pueden no permanecer en las superficies duras tanto tiempo como las sustancias no volátiles. Las soluciones de lejía se oxidan rápidamente y pierden eficacia, mientras que los alcoholes generalmente se evaporan y se diluyen en el aire del ambiente.
Mezclar diferentes productos de limpieza puede llegar a ser riesgoso porque, según las sustancias químicas, se pueden generar gases peligrosos. Por ejemplo, la mezcla de lejía con productos de limpieza a base de amoníaco puede producir un gas llamado "cloramina", que al descomponerse forma ácido hipocloroso y libera gases de amoníaco, los cuales pueden afectar gravemente los pulmones (Pascuzzi y Storrow, 1998).
Los riesgos de efectos adversos sobre la salud en los ámbitos de trabajo son atenuados por los profesionales expertos en salud ocupacional, quienes controlan que las concentraciones de exposición no superen los límites de exposición ocupacional (OEL), es decir, la concentración aceptable a la que puede estar expuesto un trabajador 40 horas/semana a lo largo de toda su vida laboral sin un riesgo significativo de efectos adversos.
Hay pocos OEL asociados con los productos desinfectantes y/o sus ingredientes activos, lo cual dificulta la capacidad de los profesionales de la salud para evaluar el riesgo potencial para un trabajador en diferentes situaciones y ambientes de uso. Dado que el uso de desinfectantes en el lugar de trabajo aumentó a raíz de las iniciativas para disminuir la transmisión del SARS-CoV-2, los OEL de productos y/o ingredientes activos se han vuelto no solo convenientes, sino también esenciales para garantizar las condiciones de salud y seguridad adecuadas para los trabajadores. Con el fin de atender esta nueva necesidad, recientemente se elaboró un marco de referencia basado en el peso de la evidencia, diseñado específicamente para obtener los OEL de productos desinfectantes (Dotson et al. , 2020). Como alternativa, pueden determinarse los OEL mediante la metodología de la toxicología ocupacional tradicional, que en general se basa en estudios de toxicidad disponibles o información sobre compuestos químicamente similares que se prevé que tengan mecanismos de acción parecidos (como la metodología de extrapolación de datos).
Las instalaciones en las que se implementan protocolos de desinfección de gran escala deben considerar la posibilidad de garantizar que la exposición ocupacional no exceda los OEL, para lo cual puede ser necesaria su determinación previa. Recomendamos a los lectores que se comuniquen con los autores si desean más información o tienen alguna duda específica sobre la determinación y/o interpretación de los OEL de productos desinfectantes o sus ingredientes activos.
¿La transmisión del SARS-CoV-2 a través del contacto con superficies ha causado (o puede causar) COVID-19? Sigue siendo difícil responder esta pregunta, porque si bien el virus infeccioso puede permanecer en las superficies, es probable que el comportamiento humano (aumento del lavado de manos y el uso de desinfectantes) haya evitado (y siga evitando) la transmisión sucesiva. Este paradigma ha dado lugar a un incremento del uso de productos desinfectantes en todas las áreas de la sociedad, tanto en ámbitos comerciales como residenciales. Existen numerosas opciones de productos/ingredientes activos eficaces de desinfección contra el SARS-CoV-2. Los productos deben elegirse según el ámbito en que se usarán (es decir, residencial, comercial, escolar, gastronómico) y aplicarse de manera adecuada, de acuerdo con lo indicado en la etiqueta y las instrucciones de uso, que se incluyen para evitar efectos adversos sobre la salud.
Agradecemos a nuestros colegas Nadia Moore, PhD, DABT, CIH, ERT, Clara Chan, MSc, DABT, Annette Santamaria, PhD, MPH, DABT, Brandon Pressly, PhD, y Allison Stock, PhD, MPH, MS por brindar sus conocimientos y pericia, los cuales fueron de gran ayuda en esta investigación.
Más acerca de los contribuyentes de J.S. Held
La Dra. Allison Stock es vicepresidenta de la práctica de Medioambiente, Salud y Seguridad de J.S. Held. La Dra. Stock se especializa en evaluaciones de riesgo a la salud humana estudiando datos toxicológicos y epidemiológicos. Tiene experticia en petroquímicos; agentes farmacéuticos; autorizaciones ambientales; transferencia de propiedad; evaluaciones de impacto ambiental, social y sanitario; toxicología de inhalación; toxicología renal; exposición a drogas y alcohol; análisis de riesgo toxicológico y epidemiológico; enfermedades transmisibles e intoxicación alimentaria como infecciones pseudomonas, legionella y salmonelosis; valoración rápida de necesidades; respuesta ante emergencias; monitoreo de ambiente y del aire interior; planes de seguridad y salud ocupacional y comunicación con actores interesados.
Puede contactar al Dr. Stock al [email protected] o llamando al +1 504 420 1896.
La Dra. Nadia Moore es vicepresidenta y toxicóloga principal en la práctica de Medioambiente, Salud y Seguridad de J.S. Held. Su experiencia abarca agentes químicos y físicos (incluyendo asbesto, pesticidas, solventes, vapores, material particulado, metales y agentes microbianos), diversos escenarios de exposición (incluyendo ambiental, ocupacional y residencial), y todas las rutas de exposición (incluyendo inhalación, oral/agua para consumo, y percutáneo). La práctica de Nadia también incluye la determinación de si una exposición a un agente químico o físico ha causado una lesión, evaluación de exposición en diversos escenarios, determinación de niveles aceptables de impureza en productos del consumidor, y análisis de la evidencia en datos científicos históricos para medir conclusiones en el presente.
Puede contactar al Dr. Moore al [email protected] o llamando al +1 425 207 4372.
Clara Chan es una gerente de proyectos sénior y toxicóloga sénior en la práctica de Medioambiente, Salud y Seguridad de J.S. Held. Ha estado trabajando en el campo de la toxicología desde 2003, evaluando las toxicidades químicas y los efectos en la salud. Brinda asistencia técnica y se desempeña como consultora para proyectos en áreas de toxicología, análisis de riesgo, litigios por lesiones personales, seguridad de los productos del consumidor y evaluación de la calidad del aire en el interior/moho. Ha brindado apoyo a los clientes componiendo las hojas de datos de seguridad y derivando los límites de exposición ocupacional y los límites de exposición diaria permitidos. Ha supervisado pruebas de laboratorio patrocinadas por clientes de productos de consumo en América del Norte y en Hong Kong. Tiene experiencia en el análisis e interpretación de resultados de pruebas de seguridad de productos de consumo.
Puede contactar a Clara al [email protected] o llamando al +1 425 207 4352.
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